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De los libros a las semillas: ¿por qué Saberes Compartidos (Lectures Partagées) hace un viraje hacia



Hemos estado trabajando con las comunidades campesinas de Nariño durante 9 años. Todos estos años de presencia en la región nos han permitido aprender mucho sobre la situación de los campesinos en este departamento del suroeste de Colombia.


En Nariño, Lectures Partagées se centró en primer lugar en la creación de bibliotecas y centros comunitarios en algunas veredas del municipio de La Florida. Estas bibliotecas rurales proporcionan ahora a los niños, los jóvenes y el público en general acceso a información, recreación y espacios donde la cultura local puede existir y encontrar apoyo.


Más allá de la promoción de la lectura y el juego en el medio rural, que forma parte del ADN de Saberes Compartidos (Lectures Partagées), el interés de la asociación en la creación de estos espacios de servicio público es ofrecer a los habitantes oportunidades que, lamentablemente, el Estado colombiano aún no les ha ofrecido. Cuando hablo de oportunidades, estoy hablando de darles la oportunidad de reunirse, organizarse, unirse y trabajar juntos para lograr metas comunes que les permitan cambiar el curso de sus vidas. Se trata de darles las herramientas para que puedan mejorar la calidad de vida, quedándose en el campo.


Muy a menudo, los agricultores migran a la ciudad a regañadientes para poder sobrevivir y asegurar un futuro mejor para sus familias. Saberes Compartidos (Lectures Partagées) está convencida de que los campesinos y las campesinas tienen derecho a una vida digna y plena en el campo, y por esta razon, les ayudamos a inventar y desarrollar nuevas soluciones, nuevas formas de convivencia que les son propias.




La lectura, el juego, la música, el teatro, entre otros, son sólo pretextos para acompañar estos procesos, para fortalecer la cohesión social rural deteriorada por la pobreza, la violencia y las políticas estatales neoliberales, intrínsecamente ligadas a la explotación masiva de los recursos naturales, en detrimento del ser humano y su entorno.


Las familias campesinas de esta región tienen poca tierra y no tienen recursos económicos. No reciben apoyo económico ni técnico del Estado. Sometidos a políticas que operan bajo los imperativos del productivismo y la rentabilidad económica resultantes de la "revolución verde", han olvidado por completo lo que significa cultivar la tierra sin productos químicos. Han perdido los conocimientos ancestrales que les permitían vivir de la producción agrícola de sus parcelas: sus hijos no saben reconocer una planta medicinal, no saben sembrar una lechuga, no saben recuperar las semillas... el campo pierde así poco a poco su identidad y sus conocimientos.


Los niños de las zonas rurales, para quienes hemos creado las bibliotecas-centros comunitarios, asisten a escuelas públicas donde los maestros carecen de la capacitación y las herramientas para motivarlos. Profesores que se limitan a transmitir programas impuestos desde la ciudad y poco adaptados a las realidades del campo. Escuelas que no preparan a los niños y las niñas campesinas para amar el campo, para encontrar alternativas que les permitan vivir de la tierra, para proteger su cultura, su forma de vida. Son escuelas con escaso interés en crear espacios comunitarios, sin bibliotecas, materiales de lectura de calidad u otras ofertas culturales. Se trata de escuelas que no analizan los temas del campo y, por lo tanto, no ayudan a desencadenar los procesos locales de toma de decisiones.


Es paradójico ver a niños y jóvenes viviendo en el campo y consumiendo vida urbana: chicles, teléfonos móviles, Facebook, Reebooks, TV... Viven en el campo, tienen allí sus raíces y su historia, pero tienen la mirada puesta en la ciudad, presentada como la unica solucion para sus vidas, como el único futuro deseable. Ya sea que se queden en el campo o que finalmente se muden a la ciudad, estos niños no serán ni de aquí, ni de otro lugar, ni del campo, ni de la ciudad.


Anteriormente, la vida del campesino(a )no tenía otro objetivo que el de trabajar la tierra en su pequeña parcela. Poco a poco, día tras día, el campesino(a) ha forjado una identidad y un país rural que ahora se desintegra a medida que el país se industrializa y sus ciudades crecen a un ritmo vertiginoso.


Las generaciones mas viejas de campesinos que hemos conocido a menudo nos dicen que la cultura campesina que han conocido, las danzas , la música, la artesanía, las formas de cultivar la tierra, las tradiciones culinarias, compartir el trabajo, cuidar los animales, era innegablemente una vida dura, pero también una vida tranquila, que ya no existe. Un nuevo desafío surge ante esta dura y preocupante realidad: ayudar a las familias campesinas a preservar y transmitir conocimientos y costumbres ancestrales a las generaciones futuras, para que puedan (re)valorar el trabajo rural. Esta nueva generación de campesinos tendrá que construir una nueva identidad campesina, capaz de combinar conocimientos ancestrales y conocimientos más modernos.


A través del nuevo proyecto de la asociación, "Canastas orgánicas en Nariño", a través de la producción de alimentos saludables y su comercialización, queremos generar modelos alternativos, eficaces y adaptados al contexto campesino, que les permitan vivir de manera sostenible desde su trabajo en el campo, generando conocimiento que se transmite de generación en generación. También queremos contribuir a reducir la brecha entre el campo y la ciudad, dignificando el trabajo de los y las campesinas, y su identidad y permitirles encontrar sus propias soluciones para la construcción de un futuro mejor.


Así, el hilo conductor del trabajo de la asociación en Nariño sigue siendo el mejoramiento de las condiciones de vida de los campesinos y las campesinas y la educación alternativa (transmisión intergeneracional, relevancia de la educación en el contexto rural). De acuerdo con los principios que guían nuestras intervenciones, nuestros proyectos se adaptan continuamente a las necesidades expresadas por las poblaciones que apoyamos. Su objetivo es fortalecer el tejido social de las comunidades, un eslabón indispensable en la construcción de la paz en las zonas rurales.

Lea más sobre el nuevo proyecto de Saberes Compartidos (Lectures partagées) en Nariño:

"Canastas orgánicas en Nariño"


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